Monday, January 08, 2007

Juegos de amor

Yo sé que vas a continuar
jugando a que me matas
sé que también continuaré
jugando a resistir
y en estos juegos
perderá el amor
que un día fue,
como fantasmas nos verán
buscándonos para vivir.

Fragmento de una canción de Pablo Milanés

Una disyuntiva, una encrucijada, el momento de decidir cuál será la próxima partida, la siguiente jugada, así es el momento de terminar con alguien. Triste, alegre, con vestigios de libertad y pizcas de muerte, el momento lo tiene todo. Sostenemos el mundo, es decir nuestro mundo, nuestra vida en la palma de la mano. Una palabra, u omisión marca entonces la diferencia. Eso sí, el miedo es un denominador común en semejante juego, porque es un juego de llamadas y ausencias de llamadas, de intérvalos estrátegicos, o inconcientes, de pistas falsas y laberintos inútiles. Es un juego de coqueterías, e indiferencias, de mil variables, e ínsulsas reglas. Es el juego que todos jugamos y en él, como en todos, hay un instante esencial. El momento del jaque, en el cual se gana o se pierde, si es que se juega con un objetivo en mente. Bendito aquel que en ese instante esencial pueda escuchar lo que verdaderamente desea su corazón. No sé si lo mejor sería pensar con el corazón, o razonar. Parecen similares a la conciencia y la locura, a la razón y el sentimiento.


Una amiga me dijo unas palabras que me parecieron sabias: "No dejes que pase este tiempo. Tienes que decidirte ahora. Todas las cosas tienen su tiempo. Cuando un novio cortejea a una novia llega un tiempo en el que ella tiene la oportunidad de quedarse, o no con él, una vez que pasa esa etapa, pasa y aunque ocurra ya no es lo que hubiese sido. No es lo mismo. Tal vez él pueda esperar uno, dos meses, pero no más. Todo tiene un límite, un tiempo de ser. Aunque los límites son diferentes para cada persona, existen."

Regresa un amor del pasado. Un amor al que creíamos haber sido los únicos que amamos. Ese hombre mitificado confiesa estar enamorado y no haber olvidado. Nos sorprende descubrir que nuestro sentimiento es recíproco. Aunque en el fondo siempre lo habíamos sospechado, como también supimos que eso no bastaba para que funcionase. Supimos? Es que acaso estamos tan seguros? Cómo jugar entonces? Lo jugamos todo y apostamos nuestras fichas como si no nos importase perderlas, o nos salimos del juego como si nunca hubiésemos querido jugar? Pretendemos que en realidad no nos retiramos por el alto precio a pagar? Por el miedo, las apuestas? Por perder? El tiempo pasa y si no juegas tus fichas te pasan el turno como en domino. Otros jugadores siguen adelante, tiran y apuestan. Cuando se vuelve a tener la oportunidad de jugar, las fichas sobre la mesa ya no son las mismas.

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