Friday, September 05, 2014

Las alas van por dentro


Tras un extenuante día de trabajo, varias horas subiendo y bajando cajas pesadas y acomodando la barbaridad de cosas impensables que aparecen tras una mudanza, el hombre miró a la mujer que lo había ayudado desinteresadamente a reorganizar su vida en un nuevo hogar que compartiría con un amigo.  Le colocó un mechón de pelo desaliñado detrás de su oreja para que no obstruyera su vista.  Se dijo mientras la miraba que dos meses atrás no imaginó cuánto esa mujer cambiaría su vida en tan poco tiempo. 
No imaginó haber conocido a un ángel cuando se acercó a hablarle en un bar después de tomarse varias cervezas con amigos.  La noche en la que la conoció le habló más que nunca.  De por sí su naturaleza era tímida, el alcohol era la única explicación para aquel arranque de apertura y valentía.  Al día siguiente, su roommate lo encontró sin camisa, tirado en el piso y abrazando a su perro. 
A pesar de la noche loca, no olvidó a la mañana siguiente escribirle a la chica que conoció en el penúltimo bar al que había ido con sus amigos.  Todos los días le había escrito mensajes de texto, había pensado en ella, la había llamado y hasta la había buscado en google para volver a ver imágenes de su bello rostro.  Lo más sorprendente ocurrió en la tercera cita, cuando le contó todos sus problemas y ella en vez de salir corriendo se dispuso a ayudarlo y en efecto lo hizo.  Antes de conocerla él se sentía muy solo.  Se había alejado de Dios.  No sabía qué hacer para sentirse feliz.  Nada lo consolaba.  Había pensado hasta en irse del país.  De repente ella había irrumpido en su vida, e iluminado todos sus espacios con una luz casi imperceptible a simple vista, pero hermosa y luminosa. Por eso cuando en ese momento el hombre de muy pocas palabras le dijo lo siguiente lo sintió desde lo más profundo de su corazón:

-Tú eres un ángel.

Ella se quedó perpleja. No lo esperaba de una persona extremadamente callada y tímida.  Además, ella sentía que había hecho por él lo que a lo largo de toda su vida había hecho por cualquier persona que veía necesitada y ella podía ayudar.  Siempre que ella podía ayudaba, porque era igualita a su padre.  En su mente no pensaba haber hecho nada extraordinario, cuando él le repitió:

-Tú eres un verdadero ángel.

Lo primero que le cruzó a ella por su mente en ese momento fue:

-Si en verdad soy un ángel, dónde están mis alas?

Al momento le respondió:

-Tus alas están dentro de tí.

Entonces se hizo un silencio absoluto.  Nada se movía. Nadie hablaba.  Ella se dio cuenta que nadie nunca le había dicho algo así.  Sintió que aquel era un mensaje de Dios y como tal lo recibió.  Si sus alas estaban dentro de ella, en cualquier momento y lugar ella podía echarse a volar.  Fue así como una vez más comprobó que ayudando a los demás se ayudaba a sí misma y que Absolutambente Todo el bien que hacía Dios se lo devolvía.  A veces no en el momento en el que ella lo esperaba, ni a través de las personas que ella amaba y ayudaba, pero siempre le devolvía las bendiciones de forma muy especial, como sólo Dios sabe hacerlo.  Desde aquel día, nunca más olvidaría que ella llevaba sus alas por dentro.
 
 
 
 
 

1 Comments:

Blogger Unknown said...

Que reflexión tan bella. Que bonito que alguien lo vea a uno con tanta claridad y nobleza.

6:48 PM  

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home