Ver cómo nace un ser humano es el acto más hermoso y sagrado que he presenciado en mi vida. Aquel que no lo haya visto, debe presenciar uno. Le aseguro que comenzará a ver la vida diferente. Después que yo ser testigo del nacimiento de un ser humano, yo no dormí igual. Comencé a pensar en mi madre de una forma nueva y diferente. Aprecié la vida aún más. Me pregunté cómo si llegábamos a este mundo tan indefensos, pequeños y ensangrentados, debíamos quejarnos de las dificultades cotidianas que afrontabamos tras el crecimiento? No tenemos razones para quejarnos, me dije. Todo ha sido un regalo y la vida fue el primer y mayor regalo que se nos dio. En éstas y mil otras cosas más pensé y creo que todo el que vea un nacimiento, siente cosas inexplicables, se le mueve algo dentro que no se le acomoda de nuevo. Hay que ver esa cabecita luchando por salir y tomando con ímpetu su primera bocanada de aire para entender la magnitud del momento. Hay que estar presente en ese momento para creer en la fuerza con que la vida se impone por sobre la muerte. Ahí es cuando se ve que la raza humana, sin importar las adversidades presentes y futuras, lucha por salir al mundo. Lucha por nacer. El bebe está ahí, aunque está pequeño y débil empuja, se mueve, demuestra que quiere nacer, respirar, vivir...
Definitivamente lo más bello que hay es presenciar un nacimiento y si se trata de un ser querido lo es aún más. Ayer fui testigo del nacimiento del bebé de mi primera amiga en los Estados Unidos, la misma muchacha callada, de pelo largo y negro que conocí en séptimo grado cuando llegué a este país y ahora es toda una mamá. Pude estar a su lado durante esos mágicos momentos y sin exagerar, puedo asegurar que ver a un ser humano en miniatura luchando por salir al mundo cambió mi vida.
Bienvenido al mundo, querido sobrino mío! Aún no hablas y ya nos has enseñado mucho. Aún no caminas y ya todos te queremos. Ayer tu abuela y yo nos miramos y de la emoción que nos dio oírte llorar por primera vez, no pudimos contener las lágrimas y para colmos tú no dejabas de mirarnos. Bienvenido E! Siempre te recordaré como el niño que nació con los ojos abiertos al mundo!!! Qué buena señal de valentía y vida! Te va a ser mucha falta la primera para triunfar en la segunda. Aquí estaremos para ayudarte y quererte a lo largo de tu vida.
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