Conversación en la carretera
-Yo no creo que exista la mujer de mi vida. Es más, no creo que para nadie exista ese tal Hombre, o Mujer para toda la vida. Yo creo que existen hombres y mujeres para distintas etapas de la vida. Cada uno en un momento determinado es el hombre, o la mujer de ese momento de tu vida.
-Uao, Mauricio, ésa parece una frase sacada de una novela de Milán Kundera.
-¿Te parecé eso a vos?
-Estás hoy profundo. Yo diría que hasta filosófico.
-Esa es la verdad, si no analízalo y verás.
-Siento informarte que una vez más no estoy cien por ciento de acuerdo contigo.
-Bueno, te entiendo. Yo lo digo basándome en mis experiencias. Vos ves la vida de otra manera. Además, qué edad tenés? Veintidós, veintitrés?
-Veinticinco.
-Por lo mismo.
-Esa filosofía es válida, pero tiene sus excepciones. Mis tíos son novios desde que tienen 13 aňos. No conozco una pareja más feliz que la de ellos. Tienen más de 30 aňos de casados y todavía están juntos y felices. Yo entiendo tu punto de vista, pero también es verídico que existen parejas que crecen juntos. Con las distintas etapas de la vida, me imagino que en vez de cambiar de compañía, van cambiando y evolucionando ellos mismos.
-Yo digo que no existe esa media naranja, u otra mitad. Me baso en mis experiencias. Con mi primera esposa, por ejemplo, me casé porque yo me había venido a vivir de Buenos Aires a acá y no me gustaba vivir solo, nunca me ha gustado. Le pedí entonces que se viniese conmigo, después me di cuenta que me la pasaba bomba yo solo y me pregunté para qué diablos la había traído? ¿Para qué? Me repetía todos los días. Te lo juro. Entonces me iba por ahí y un día regresé a casa a las 7 de la mañana, no la encontré, toqué la puerta del departamento de mi mamá, ella estaba llorando en el sofá, típico de las féminas. Me dijo que se marchaba y no le creí. Esa tarde cuando llegué a casa no vi ninguna de sus cosas. Nunca más he vuelto a verla.
-¿A ella fue a la que más quisiste?
-No, con ella fue con la que peor me porté y me arrepiento. Nadie y mucho menos ella se merecía que yo me comportase con ella, como bueno, me porté. Con mi segunda esposa me casé también por darle los papeles, porque si no la deportaban. Era argentina también. Me casé por eso. Yo no creo en el matrimonio. Yo creo que algo cambia después que uno firma ese papel. ¿Ya verás? Yo me acuerdo que me llevaba bien con mis tres ex esposas antes de firmar ese maldito papel. Tiene que ser psicológico. Algo cambia, yo no te puedo explicar qué es, pero algo cambia después que lo firmas. Yo creo que es que te dicen que estás obligado a quedarte con esa persona y aunque estén enojados te ves obligado a dormir a su lado.
-Alguna persona famosa que ahora no recuerdo dijo una vez que el matrimonio era el mayor acto de locura.
-Muy bien dicho, es una verdadera locura porque el estado natural y feliz del hombre es la soltería.
-Eres simplemente terrible, Mauricio. ¿Se puede saber por qué te has vuelto a casar?
-Por ellas, nunca es por mí. A mí la verdad es que me da lo mismo; total, yo no creo en eso.
-Pero tiene que haber una, una a la que hayas querido más que a las demás.
-Todas. Te lo juro. De qué te reís vos? Todas en un momento determinado fueron la mujer de mi vida y en otro momento, me quise casar con ellas y lo hice. El papel no cambió nada.
-Este tráfico de Okeechobee es insoportable. Vamos a llegar tarde al show.
-Todavía tenemos 20, 23 minutos, nos da tiempo.
-Tiempo… Esa es la clave, Mauri. Yo creo que eso es lo que pasa. No he dejado pasar suficiente tiempo. Yo creo que uno nunca sabrá quien fue la mujer, o el hombre que más amó en la vida hasta que se es mayor, o se está cerca del final, de la muerte. Desde la distancia, con aňos por medio, las cosas se ven con mayor claridad, se dilucidan mejor los errores, se reconocen los fallos.
-Yo, por mi parte, he llegado a mi verdad. Ya te la dije.
-Esa es tu verdad, Mauri. No hay una verdad absoluta. Tú tienes tu verdad. Yo tengo la mía…. Al fin llegamos, recoge tu maletín y vamos, que ya estamos tarde.
-Uao, Mauricio, ésa parece una frase sacada de una novela de Milán Kundera.
-¿Te parecé eso a vos?
-Estás hoy profundo. Yo diría que hasta filosófico.
-Esa es la verdad, si no analízalo y verás.
-Siento informarte que una vez más no estoy cien por ciento de acuerdo contigo.
-Bueno, te entiendo. Yo lo digo basándome en mis experiencias. Vos ves la vida de otra manera. Además, qué edad tenés? Veintidós, veintitrés?
-Veinticinco.
-Por lo mismo.
-Esa filosofía es válida, pero tiene sus excepciones. Mis tíos son novios desde que tienen 13 aňos. No conozco una pareja más feliz que la de ellos. Tienen más de 30 aňos de casados y todavía están juntos y felices. Yo entiendo tu punto de vista, pero también es verídico que existen parejas que crecen juntos. Con las distintas etapas de la vida, me imagino que en vez de cambiar de compañía, van cambiando y evolucionando ellos mismos.
-Yo digo que no existe esa media naranja, u otra mitad. Me baso en mis experiencias. Con mi primera esposa, por ejemplo, me casé porque yo me había venido a vivir de Buenos Aires a acá y no me gustaba vivir solo, nunca me ha gustado. Le pedí entonces que se viniese conmigo, después me di cuenta que me la pasaba bomba yo solo y me pregunté para qué diablos la había traído? ¿Para qué? Me repetía todos los días. Te lo juro. Entonces me iba por ahí y un día regresé a casa a las 7 de la mañana, no la encontré, toqué la puerta del departamento de mi mamá, ella estaba llorando en el sofá, típico de las féminas. Me dijo que se marchaba y no le creí. Esa tarde cuando llegué a casa no vi ninguna de sus cosas. Nunca más he vuelto a verla.
-¿A ella fue a la que más quisiste?
-No, con ella fue con la que peor me porté y me arrepiento. Nadie y mucho menos ella se merecía que yo me comportase con ella, como bueno, me porté. Con mi segunda esposa me casé también por darle los papeles, porque si no la deportaban. Era argentina también. Me casé por eso. Yo no creo en el matrimonio. Yo creo que algo cambia después que uno firma ese papel. ¿Ya verás? Yo me acuerdo que me llevaba bien con mis tres ex esposas antes de firmar ese maldito papel. Tiene que ser psicológico. Algo cambia, yo no te puedo explicar qué es, pero algo cambia después que lo firmas. Yo creo que es que te dicen que estás obligado a quedarte con esa persona y aunque estén enojados te ves obligado a dormir a su lado.
-Alguna persona famosa que ahora no recuerdo dijo una vez que el matrimonio era el mayor acto de locura.
-Muy bien dicho, es una verdadera locura porque el estado natural y feliz del hombre es la soltería.
-Eres simplemente terrible, Mauricio. ¿Se puede saber por qué te has vuelto a casar?
-Por ellas, nunca es por mí. A mí la verdad es que me da lo mismo; total, yo no creo en eso.
-Pero tiene que haber una, una a la que hayas querido más que a las demás.
-Todas. Te lo juro. De qué te reís vos? Todas en un momento determinado fueron la mujer de mi vida y en otro momento, me quise casar con ellas y lo hice. El papel no cambió nada.
-Este tráfico de Okeechobee es insoportable. Vamos a llegar tarde al show.
-Todavía tenemos 20, 23 minutos, nos da tiempo.
-Tiempo… Esa es la clave, Mauri. Yo creo que eso es lo que pasa. No he dejado pasar suficiente tiempo. Yo creo que uno nunca sabrá quien fue la mujer, o el hombre que más amó en la vida hasta que se es mayor, o se está cerca del final, de la muerte. Desde la distancia, con aňos por medio, las cosas se ven con mayor claridad, se dilucidan mejor los errores, se reconocen los fallos.
-Yo, por mi parte, he llegado a mi verdad. Ya te la dije.
-Esa es tu verdad, Mauri. No hay una verdad absoluta. Tú tienes tu verdad. Yo tengo la mía…. Al fin llegamos, recoge tu maletín y vamos, que ya estamos tarde.
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