Conversación con abogado
-Yo recuerdo que antes yo siempre me estaba riendo. No sé qué me ha pasado. Desde 1987 que saqué ese título de abogado todo se ha vuelto trabajo, trabajo, trabajo, ir a la corte, pelear, celebrar una victoria, tomar un nuevo caso y volver a empezar. Yo estaba recordando el otro día que hace 3 aňos que no me tomo unas vacaciones.
-¿A qué lugares fue 3 aňos atrás?
-A París, a Londres, a Praga, a Ámsterdam y a un lugar que me encantó que se llama Brujas. Creo que te hablé de él el primer día que nos conocimos. Dios mío, cuando yo me vi en una de las plazas medievales de ese lugar, le dije a mi esposa que aquello era como ver una película y de repente, insertarse en ella y regresar en el tiempo a la época medieval. No, no, no, qué lugar más bello! Se veían los molinos de viento a la entrada de la ciudad que está rodeada por un río y toda la gente reunida en la plaza, bebiendo, comiendo, hablando… Aquello sí era vida. La gente allá sí vive.
-Yo siempre digo que la persona que regresa de un viaje no es la misma que se fue. Uno vuelve distinto.
-Coňo, la vida aquí no es vida. En los trabajos te usan hasta exprimirte, cuando ya no sirves para nada te jubilas o te jubilan. Lo vi con mi padre. Cuando el viejo se retiró padeció de presión, diabetes, corazón, colesterol y todo lo habido y por haber. Con la pensión que pasan después de jubilarte tampoco te alcanza para vivir pero eso tiene que bastarte.
-¿Usted quiere jubilarse ya; verdad abogado?
-Sí, ésa es la verdad. Tú todavía estás en la edad de quererte comer el mundo pero en unos aňos te darás cuenta que hay más probabilidades que el mundo te conquiste a ti que tú a él. El mundo se queda de seguro. Tú te vas. Tu tiempo es limitado. Yo conozco a tantos abogados infelices, los veo todos los días. Abogados que hacen drogas, toman pastillas del estrés, muchos se han vuelto alcohólicos, hoy mismo en corte vi a un juez que estaba al borde de un ataque de nervios, a ese hombre no le faltaba mucho para desmayarse frente a todo el mundo. Esa corte a veces parece un manicomio. Oye, que yo he enterrado a dos colegas, amigos míos en lo que va de aňo.
-Bueno, hay estadísticas que señalan que el promedio de vida de los abogados no pasa de los 50 aňos.
-Sí, pero estos amigos míos eran gente joven. ¿Sabes cuáles fueron las últimas palabras de este colega, abogado, amigo mío? “Mierda, yo no sabía que me iba a morir tan rápido” y la abogada que estudió conmigo lo que decía era que no se quería morir dejando a sus hijos tan pequeñitos. Estas son gente que pasaron la mayor parte de su vida estudiando y trabajando. Cuántas cosas que querían hacer nunca hicieron, pensando siempre que tenían todo el tiempo del mundo! Siempre tenemos menos tiempo del que pensamos. Yo que llevo más de 22 aňos ejerciendo como abogado y tengo 55 aňos, te digo que los padres deben decirle a los hijos que estudien lo que les gusta para que no trabajen un solo día de sus vidas. La vida pasa demasiado rápido. No vale la pena ser feliz por poco tiempo, o solo los fines de semanas.
-¿A qué lugares fue 3 aňos atrás?
-A París, a Londres, a Praga, a Ámsterdam y a un lugar que me encantó que se llama Brujas. Creo que te hablé de él el primer día que nos conocimos. Dios mío, cuando yo me vi en una de las plazas medievales de ese lugar, le dije a mi esposa que aquello era como ver una película y de repente, insertarse en ella y regresar en el tiempo a la época medieval. No, no, no, qué lugar más bello! Se veían los molinos de viento a la entrada de la ciudad que está rodeada por un río y toda la gente reunida en la plaza, bebiendo, comiendo, hablando… Aquello sí era vida. La gente allá sí vive.
-Yo siempre digo que la persona que regresa de un viaje no es la misma que se fue. Uno vuelve distinto.
-Coňo, la vida aquí no es vida. En los trabajos te usan hasta exprimirte, cuando ya no sirves para nada te jubilas o te jubilan. Lo vi con mi padre. Cuando el viejo se retiró padeció de presión, diabetes, corazón, colesterol y todo lo habido y por haber. Con la pensión que pasan después de jubilarte tampoco te alcanza para vivir pero eso tiene que bastarte.
-¿Usted quiere jubilarse ya; verdad abogado?
-Sí, ésa es la verdad. Tú todavía estás en la edad de quererte comer el mundo pero en unos aňos te darás cuenta que hay más probabilidades que el mundo te conquiste a ti que tú a él. El mundo se queda de seguro. Tú te vas. Tu tiempo es limitado. Yo conozco a tantos abogados infelices, los veo todos los días. Abogados que hacen drogas, toman pastillas del estrés, muchos se han vuelto alcohólicos, hoy mismo en corte vi a un juez que estaba al borde de un ataque de nervios, a ese hombre no le faltaba mucho para desmayarse frente a todo el mundo. Esa corte a veces parece un manicomio. Oye, que yo he enterrado a dos colegas, amigos míos en lo que va de aňo.
-Bueno, hay estadísticas que señalan que el promedio de vida de los abogados no pasa de los 50 aňos.
-Sí, pero estos amigos míos eran gente joven. ¿Sabes cuáles fueron las últimas palabras de este colega, abogado, amigo mío? “Mierda, yo no sabía que me iba a morir tan rápido” y la abogada que estudió conmigo lo que decía era que no se quería morir dejando a sus hijos tan pequeñitos. Estas son gente que pasaron la mayor parte de su vida estudiando y trabajando. Cuántas cosas que querían hacer nunca hicieron, pensando siempre que tenían todo el tiempo del mundo! Siempre tenemos menos tiempo del que pensamos. Yo que llevo más de 22 aňos ejerciendo como abogado y tengo 55 aňos, te digo que los padres deben decirle a los hijos que estudien lo que les gusta para que no trabajen un solo día de sus vidas. La vida pasa demasiado rápido. No vale la pena ser feliz por poco tiempo, o solo los fines de semanas.
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