Rosas a mis difuntos
He cortado los tallos y algunas de las hojas del ramo de rosas amarillas y rojas que mi mamá ha comprado para dedicárselas a nuestros muertos en el Dia de los fieles difuntos y este acto me ha recordado todos los seres que tanto amé y no he dejado de amar, que no están ya entre nosotros. Deseé que mi abuela Esperanza estuviese viva para que leyese cosas que le he escrito. Después de todo ella fue la primera y única persona que me pidió que escribiese y contase su vida, un pedido que aún no he cumplido y no sé si algún día lo haré. Pensé en cuan feliz a ella la hubiese hecho verme salir en televisión y en cómo ella, creo que incluso más que mis propios padres, se hubiese enorgullecido de las historias que cuento en mis reportajes y probablemente llena de orgullo añadiría: "ésa es mi nieta". Concluí que las realizaciones de nuestros sueños, que yo llamo logros, o éxitos, no sirven de nada si no se tienen con quien compartirlas. Qué las cosas buenas que nos ocurren son aún más buenas y nos hacen verdadera y profundamente felices cuando tenemos seres que nos quieren de adentro pa' fuera, desde las raíces hasta nuestras imperfectas puntas, para compartirselas, festejarlas y alegrarnos juntos por ello. Los premios, los cumpleaños, las fiestas sorpresas, las promociones en el trabajo, absolutamente todo lo bueno que nos ocurre no nos sirve de nada, no nos proporciona alegría si no se tiene a alguien que nos quiere y a quien queremos para compartírselo y celebrarlo juntos.
De ahí que todo lo bueno que me ha ocurrido y me ocurre sé que fuese un motivo mayor de felicidad, si tuviera a mi abuela para contárselo, para verla sonreír, orgullosa y feliz. Tal vez aquella profesora de economía, una materia aparentemente tan poco psicológica y sentimental, tenía razón cuando nos dijo en clase que hacíamos las cosas para agradarle a los demás, que Maria Teresa de Calcuta ayudaba a los más necesitados porque de ese modo era feliz ella misma, de ese mode se auto-ayudaba, alimentaba su espíritu, elevaba su alma. He concluido que es mi impacto, positivo o negativo, en la vida de los demés, el que más alegrías, o tristezas me proporciona.
"Voy a pintar el cementerio de colores para darle alegría a mis muertos por toda la eternidad."
Tanya en su excelente canción En este pueblo
De ahí que todo lo bueno que me ha ocurrido y me ocurre sé que fuese un motivo mayor de felicidad, si tuviera a mi abuela para contárselo, para verla sonreír, orgullosa y feliz. Tal vez aquella profesora de economía, una materia aparentemente tan poco psicológica y sentimental, tenía razón cuando nos dijo en clase que hacíamos las cosas para agradarle a los demás, que Maria Teresa de Calcuta ayudaba a los más necesitados porque de ese modo era feliz ella misma, de ese mode se auto-ayudaba, alimentaba su espíritu, elevaba su alma. He concluido que es mi impacto, positivo o negativo, en la vida de los demés, el que más alegrías, o tristezas me proporciona.
"Voy a pintar el cementerio de colores para darle alegría a mis muertos por toda la eternidad."
Tanya en su excelente canción En este pueblo
1 Comments:
Arlena, realmente me parecio conmovedor, y llenastes mis ojos de una incomodidad comun. A pesar de que tienes algunas imperfecciones, no esta mal.
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