Comparando el alma con los pies y las relaciones con los tacones (Una idea sabia de Anay)

Mis amigas son sabias. Aprendo de ellas todos los dias. Hoy me fascinó la analogía que hizo Anay a la hora de dar uno de los consejos más sabios que he oído últimamente.

No te sientas triste porque después de terminar una vez más él regresa. Te es difícil perdonarlo porque no debes hacerlo. El te ha hecho lo mismo demasiadas veces. Con lo que más fácil se me hace compararlo es con un par de zapatos. Hay zapatos que mientras más nos gustan más incómodos nos quedan. A veces incluso tenemos que tomar la decisión de cambiar de zapatos, sacrificando algunas cosas como la el glamour por la tranquilidad y comodidad que sentiremos con otros zapatos que nos permitan caminar, correr y bailar, sin morir en el intento. Con tu ex-novio te ha pasado como con los zapatos hermosos, e incómodos. Has caminado con ellos al borde de las lágrimas, aguantando el dolor, sabiendo que te darán ampollas y poniéndotelos de todas maneras una y otra vez, viéndote obligada a poner los pies en agua caliente los días posteriores y dejándotelos de poner por un tiempo porque no los aguantas tan seguido.

Ahora has llegado al punto en que debes decidir si te quieres poner esos zapatos que te aprietan por quedarte chiquitos, esa plantilla que te produce ampollas y cayos y hasta corres el riesgo de quedar con cicatrices, o quitártelos, sentir como la sangre y la vida te vuelven a los pies tiesos y comprimidos. Si te decides a quitarte los tacones puedes cambiar de zapatos como ya te dije y puedes encontrarte otros más cómodos pero puedieras estar sacrificando tu estilo, glamour, entre otras cosas, sino también puedes echarte andar descalza hasta encontrar los zapatos idóneos.