Monday, December 29, 2008

Palabras de diciembre

Lo que más duele

Lo que más duele no son tus ojos,
ignorando las lágrimas tras los míos,
lejanos e indiferentes.
Lo que más duele no es hablarte de algo
y que no me respondas de frente,
confundiéndome aún más.
Lo que más duele no es que digas la verdad
y la verdad duela tanto
que prefiera oír mentiras.
Lo que más duele es saber que la persona de la que me enamoré:
no existe.
Lo que más duele es darse cuenta
que se ha idealizado a un fantasma.
Se ha comparado a gente de verdad con un ente imaginario,
que eres mitad tú y el resto proyección mía,
que lo que más me gustó de tí me lo estirpé de mí
y tú has muerto, porque tristemente y tal y como te imaginé, nunca exististe.


Volverás
(Dedicado a dos amigas)

Volverás a bailar bajo la lluvia,
rebelde y despreocupada,
como si el agua no mojase
y la primavera se eternizara.
Volverás a reírte con la boca, el alma y el cuerpo.
Reírte de verdad,
reírte toda tú,
toda, toda.
De pies a cabeza y del corazón a la boca y viceversa.
Aunque te parezca imposible.
Aunque no creas que esto es vida y las canciones de la radio,
los amigos, la televisión,
en fin, todos sean detonantes de recuerdos
que te parten el corazón.
Volverás a encontrarle un nuevo sentido a todo
y serás inevitablemente feliz.
Le sonreirás a carcajadas a esa vida gris,
porque el cristal desde el que la miras cambiará,
te lo aseguro, e incluso,
te lo pudiera jurar.
Una tarde caminarás con un propósito
y volverás a encontrar placer en las pequeñas cosas,
e imperceptiblemente te sorprenderás presente en ellas.
Por fin presente, en cada momento,
instante y minuto de tu vida.
No como ahora, ausente y ensimismada,
distante y embelezada.
Te prometo que un buen día:
volverás a bailar bajo la lluvia,
rebelde y despreocupada,
como si el agua no mojase
y la primavera en tu alma se eternizara.

Monday, December 22, 2008

El amorodio


Cuadro de Maria Martha Pichel (Dama de rojo)

Ella quisiera poder decir esa línea de Sabina "lo nuestro duró lo que dura un whisky on the rocks", pero se acabó demorando más de 500 noches en olvidar a quien primero llamó su "primer amor", a los tres meses describió como un "comemierda", a los seis meses como un "hijo de P" con mayúsculas y con el tiempo regresó al primer calificativo, sólo para degradar su descripción más tarde; siempre leal a la filosofía de que el ser humano es el único animal que choca varias veces con la misma piedra. La realidad no es que fuese loca, neurótica, o emocionalmente inestable, como a muchos hombres les encanta describir a las mujeres. Tampoco se debía a que pensase demasiado como él le aseguró. La realidad, o al menos su realidad, es que lo creía cambiado. Siempre que regresaba anhelaba, deseaba, pensaba y se acababa creyendo el mismo espejismo. "Este es un error garrafal que las mujeres nos especializamos en cometer," se decía mientras repetía el error.

Pasaba el tiempo y por la memoria selectiva, que había estudiado en psicología y culpaba de todo, recordaba lo lindo, descartaba lo feo y volvía a descubrir los matices seductores en la personalidad de su primer amor. Se perdía en su carisma,la sonrisa amplia, la inteligencia aguda, el encanto brujo que la había enamorado años atrás y la forma única en que él hacía que ella fuese en su presencia. Todos los motivos por los que no lo habían intentado en serio, ni se habían quedado juntos, seguían ahí, presentes aunque ocultos. Sus ángulos más cortantes, como la cara que nunca vemos de la luna, permanecían a oscuras y al no verlos, ella se hacía la ilusión de que no existían. Mas no por mucho tiempo se puede esconder lo que se es. El acababa desvelando su descaro, haciéndole proposiciones indecentes, mostrando su egoísmo, mencionando sus planes dispares a los anhelos de ella, siempre ajeno a sus más dulces sueños.

Concluyó que con el tiempo no se madura. No se crece. No se aprende. Se entra en los treinta de forma más cínica y calculadoramente. Se pasa un período de sufrimiento y se recupera a medias. Se le llama al desencanto lección, a las desilusiones enseñanzas. Se pierde la fe en las palabras, en dependencia de quien vengan, y cuando vienen de gente buena también se ponen en duda. Se empieza a dejar de leer el brillo en los ojos ajenos para priorizar las acciones, por la realidad de que una acción vale más que mil promesas con palabras. Se aprende que es posbile el fenómeno de odiar a quien primero se amó y que por épocas también se puedo amodiar a esa persona.

Wednesday, December 17, 2008

Reportaje del día de San Lázaro


Cortesía de Google

Hoy fui al Rincón de San Lázaro en Hialeah. Hubiese preferido contar la historia de la peregrinación de los cubanos en la isla al santuario original, al Rincón de San Lázaro en La Habana, pero qué se puede hacer, vivo en el exilio y sólo puedo contar este lado de la historia, que a fin de cuentas es igual de conmovedor, humano y agridulce. El Rincón de San Lázaro de Hialeah permaneció abierto toda la noche en vísperas al 17 de diciembre, recibiendo devotos vestidos de saco que le trajeron centavos y muchas flores al santo que mira con ojos dulces a los que se arrodillan ante su imagen. Hoy, las filas eran igual de largas que anoche. Toda la multitud quería verlo, arrodillarse frente a sus pies, encenderle velitas y hacerle pedidos en voz baja.

Me gusta mi trabajo por permitirme presenciar esos momentos, darme las oportunidades de ver y conocer gente nueva todos los días, mirarla a los ojos y escuchar sus historias. En el rincón de Hialeah conocí a María Mercedes, una brasilera devota a San Lázaro, que trabajaba arreglando los miles de ramilletes de flores que los creyentes traían al santuario. Ella le hizo una promesa a San Lázaro para que el hijo prematuro que le nació 11 años atrás sobreviviera. El niño nació pesando una libra. El médico le dio como máximo dos años de vida. María Mercedes tuvo fe. Ella sabía que San Lázaro le concedería el milagro. "Mi niño nació feo, feo," me dijo "parecía una palomita, tenía los ojos grandes, grandes y muy negros. Cuando empezó a gatear se movía como una culebra, como un bicho..." María Mercedes comenzó a llorar rememorando esos momentos. Ella ama a San Lázaro desde ese entonces. Dice que el santo mendigo le salvó a su hijo y el niño también lo quiere mucho.

A la salida del Rincón de San Lázaro a una señora que repartía estampillas le pregunté por qué era tan devota al santo y ésta no me pudo contestar porque se echó a llorar. Le habían diagnosticado cáncer 4 años atrás y San Lázaro la había salvado. Haciendo fila para entrar había otra señora que me contó venía desde que su hijo estaba en Cuba y como San Lázaro le había concedido su deseo de tener a su hijo con ella, venía todos los años a darle las gracias.

El Rincón de San Lázaro me recordó mucho a mi abuelo materno. Sentí que estaba cerca de él; a pesar de que abuelo murió hace muchos años, cuando aún yo no tenía ni diez años. El sí era muy devoto a San Lázaro, crecí viendo una imagen del viejo Lázaro, como cariñosamente le gustaba llamarlo, en su casa. Cuando mis primos y yo eramos pequeños un día jugando a los escondidos nos ocultamos detrás de la imagen de San Lázaro y mi primo menor le pidió perdón al santo por ello. Nunca volvimos a hacerlo. Fue algo extraño. Yo comparto algo muy especial con mi abuelo y San Lázaro, mi amor a los animales y en especial, a los perritos.
La devoción del pueblo cubano a San Lázaro me parece un gesto hermoso, purificador, edificante, que anima y le da fuerzas a los creyentes.

Monday, December 08, 2008

Lo fantástico, neofantástico y surreal en la cuentística cortazariana

Les presento el segundo motivo por el cual no he escrito mucho en mi blog, el trabajo de investigación que hice para mi clase de cuentos hispanoamericanos. Papi, ya entiendes por qué no había podido escribir? Disfrútenlo, Cortázar es fantástico.


Arlena Amaro

SPW 5934

Profesor Watson

Trabajo Final Fall 2008



Lo fantástico, neofantástico y surreal en la cuentística cortazariana

Aproximadamente de los años 50s a los 70s la literatura hispanoamericana experimenta un auge sin precedente en el que se desarrolló lo real maravilloso, el realismo mágico y las nuevas técnicas narrativas. La novela hispanoamericana se exporta a Europa y gusta como nunca antes. Miguel Angel Asturias, Carlos Fuentes, José Lezama Lima, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, entre otros escritores, publican sus novelas y reciben una impresionante acogida. Al igual, Julio Cortázar experimenta con las técnicas narrativas vanguardistas que se ejemplifican en su novela más conocida: Rayuela. A pesar de sus logros al romper con la novela cronológica tradicional y narrar una historia en un estilo único y diferente en aquel entonces, muchos críticos consideran a Cortázar mejor cuentista que novelista. Menton incluso lo llama el mejor cuentista de su tiempo. Este trabajo tiene como propósito analizar los aspectos fantásticos, neofantásticos y surrealistas en la cuentística cortazariana y para ello es fundamental definir primero qué es el género fantástico. El propio Cortázar refiriéndose a sus cuentos dijo que casi todos los que había escrito pertenecían “al género fantástico por falta de mejor nombre” (Cruz, 82).
Todorov dijo que lo fantástico puro se ve en la literatura cuando el lector “no puede optar por una explicación racional de lo insólito ni por una irracional” (Cruz, 18). El escritor de Introducción a la literatura fantástica declaró que el ideal de lo fantástico puro ha encontrado su realización en el género narrativo del cuento porque este género se prestaba mejor que la novela para representar lo fantástico puro. Según Cruz, antes de 1970 “la teoría literaria no había manifestado ni un gran ni un serio interés por la literatura fantástica. Los pocos estudios existentes antes de esa fecha se limitaron a la mera descripción, a veces, superficial” (20) y la preocupación por definir lo fantástico como uno de los modo de la ficción vino mucho más tarde y se considera bastante novedosa. Enrique Anderson-Imbert considera que toda literatura es fantástica pero reconoce que hay “tal literatura fantástica” que se preocupa por crear mundos verosímiles como en el caso de la literatura fantástica (Cruz, 26). Adolfo Prieto considera que la literatura fantástica hispanoamericana es una “corriente literaria inspirada fundamentalmente en Poe” (97) y Cruz señala que la literatura fantástica “desfigura la realidad o crea mundos imaginados”, características ambas evidentes en los cuentos de Cortázar, quien reconoció haber aprendido mucho de Poe, traduciendo incluso sus cuentos y además optaba mucho por desfigurar la realidad en sus cuentos. Carilla creía que “bajo la denominación de literatura fantástica abarcamos un mundo que toca, en especial, lo maravilloso, lo extraordinario, lo sobrenatural, lo inexplicable… Al mundo fantástico pertenece lo que escapa, o está en los límites de la explicación científica y realista” (15). Pero éstas son sólo algunas de las definiciones que críticos y académicos han dado de la literatura fantástica. “Las nociones sobre qué es la literatura fantástica varían de un extremo a otro” e incluso existe “la noción de que toda la literatura es fantástica” (Cruz 18-9). Por otra parte, el crítico mexicano Luis Leal entiende por literatura fantástica aquella que: “desfigura la realidad o crea mundos imaginados… tiene necesidad de justificar lo misterioso de los acontecimientos… En la literatura fantástica lo sobrenatural irrumpe en un mando sujeto a la razón” (26).
Según Rodríguez y Filer en Voces de Hispanoamérica, Cortázar tiene una serie de recursos fantásticos que se repiten en sus cuentos. El primero es: “la introducción de un hecho extraño e inexplicable dentro de circunstancias aparentemente normales” (457). Este recurso se ejemplifica en el cuento “Casa tomada”, el cual apareció por primera vez en la revista Los anales de Buenos Aires (1946) y más tarde el autor lo incluyó en su primera colección de cuentos: Bestiario (1951). Se ha dicho incluso que éste es su primer cuento, lo que se sabe es que fue el primero en hacerse popular y con el que comenzó su tradición de la cuentística fantástica. Los críticos han ido más álla y declaran que los cuentos de sus primeros años como escritor se caracterizaron por pertenecer al género lo fantástico puro, acuñado por Todorov. “Casa tomada” pertenece a esa época y en ese cuento dos hermanos viven en una mansión antigua que nunca la quieren abandonar y con tal de cuidarla no se casan. Este aprecio desmesurado por la vivienda puede no parecer del todo normal, pero ello no hace el cuento fantástico. El acto puede resultar extraño pero no deja de ser verosímil. Lo fantástico radica en lo que implica el cuento que ocurre, cuando a causa de ruidos, sillas que se mueven y susurros, los hermanos van abandonando paulatinamente las habitaciones de la mansión, hasta que los intrusos acaban por tomar la casa entera. Los hermanos terminan yéndose y tirando la llave de la casa por la alcantarilla para que ningún ladrón vaya a entrar y encontrar la casa tomada. La reacción de los propietarios es extremadamente extraña. Los hermanos se resignan a abandonar su querida casa, sin darle una explicación a los ruidos, ni aclarar si los intrusos eran humanos, o seres sobrenaturales. Este es un misterio que han intentado descifrar lectores y críticos por años y sólo queda especular, porque el poder superior que mueve a los propietarios a abandonar su vivienda nunca es revelado. El hecho más que fantástico es extraño. Todorov designó como géneros vecinos a la literatura fantástica, lo maravilloso puro, o lo extraño puro y concluyó que la literatura fantástica llegaba a estar dominada por lo maravilloso y lo extraño (Cruz, 23).
Por otra parte, el punto que Rodríguez y Filer señalan como recurrente en la cuentística fantástica cortazariana, del que hablábamos al comienzo del cuento, se ve claramente en “Casa tomada”, que comienza describiendo circunstancias normales hasta que un hecho extraño, e inexplicable ocurre, los ruidos de los intrusos, quienes nunca sabemos qué o quiénes son. Cortázar declaró en varias ocasiones que la idea para el cuento provenía de un sueño, o una pesadilla suya, en la que un ente misterioso se hacía presente en su casa, lo empujaba hacia distintas áreas de ésta y terminaba sacándolo de su propio hogar. El hecho de que este cuento haya sido sacado de una pesadilla nos lleva precisamente al segundo recurso que Rodríguez y Filer citan entre las características recurrentes de los cuentos fantásticos cortazarianos:“la materializacion de ideas obsesivas, sueños y pesadillas” ( 457 ), que se ejemplifica en el cuento: “Carta a una señorita en París”. El protagonista de esta historia está viviendo una pesadilla; más bien parece haber materializado con su mente su mayor temor, echarle a perder el apartamento a su amiga. El cuento es una carta dirigida a Andrée, que se encuentra en París mientras el narrador le cuida su apartamento en Buenos Aires. El objetivo de la carta es disculparse con ella por el desorden con que se encontrará a su regreso. El hombre comienza a vomitar conejos recién nacidos, acto fantástico, e inverosímil que resulta más extraño aún, cuando lo que más preocupa al narrador no es el acto de vomitar un conejo “sino su necesidad de ocultarlos y la dificultad de conseguirlo cuando el número aumenta” (Alazraki, 72). El protagonista le cuenta a su amiga que esto le había ocurrido antes, pero no tan a menudo como cuando se muda a su casa y se esmera por mantenerlo todo limpio, e impecable. Mientras más él se esfuerza por mantener el orden y evitar el nacimiento de los conejos, más animales vomita. Los conejos entonces comienzan a comerse los libros, romper las cortinas y los adornos. La idea o pesadilla que al autor más obsesionadamente le preocupaba y había intentado evitar se materializa. El departamento que prometió cuidar se cae a pedazos, el protagonista se desespera, le quita la vida a los conejos y después se quita la vida a sí mismo.
“Carta a una señorita en París”, al igual que “Casa tomada”, también pertenecer a su primer libro de cuentos: Bestiario (1951). Este cuento, al igual que el anterior, se inscribe en el género de lo fantástico puro. El elemento fantástico surge de la realidad cotidiana de los personajes, en la cual el mundo "real" y el "imaginario" se entrelazan. En ambos vemos cómo “en la literatura fantástica lo sobrenatural irrumpe en un mundo sujeto a la razón” (Leal, 26). Esta historia, al igual que la anterior, comienzan presentado situaciones normales y cotidianas, dos hermanos viviendo en una gran casa y un hombre cuidándole el apartamento a una amiga y en ambas la fantasía irrumpe inesperada, e inexplicablemente. Si creemos que la irrupción de lo irracional en la vida cotidiana es lo fantástico, como lo definiese el crítico francés Marcel Schneider, entonces el cuento es ferviente evidencia de ello.
Según otros críticos, los conejos del cuento representan una extraña enfermedad, o mal del protagonista. Alazraki asegura que “más que ninguna alucinación, los conejitos están ahí como una metáfora de obsesiones, tensiones, fobias, fatigas, confusión emocional, constricción intelectual y demás posibles efectos y causas de esa neurosis a la que alude Cortázar” (En busca del unicornio, 74). Cada lector puede interpretar lo que desee de los conejos, “al ofrecernos un destinatario sin remitente, una imagen capaz de múltiples tenores, Cortázar exige del lector una lectura activa y creadora” (75) y la participación del lector activo y cómplice la veremos en otros de sus cuentos. No importa que final cada lector activo desee darle a la historia, o cuál sea su justificación a los vómitos fantásticos del hombre, lo que queda claro es que el autor situa en circunstancias normales a sus personajes y explota sus temores al máximo, llevándolos a un extremo. En el caso de “Cartas a una señorita en París” a medida que avanza la historia la narración se va volviendo más intensa, precisa y llena de oraciones cortas, como si el hombre respirase apurado, como si se pusiese cada vez más nervioso y al final se demuestra que en efecto ése es el caso. En esta historia Cortázar llevó a su personaje a una preocupación tan extrema que éste acaba vomitando conejos de los nervios. Según el propio autor, este cuento en específico fue un intento suyo por hacer un cuadro surrealista y en mi opinión, el cuento logró ese efecto, conjurando una serie de imágenes mentales que aluden al surrealismo.
Para ver el dibujo surrealista en la cuentística cortazariana debemos primero definir el surrealismo. Según el dicionario de la Real Academia española, el surrealismo es un movimiento literario, cuyo primer manifiesto fue realizado por André Bretón en el año 1924. Garfield menciona que el creador del surrealismo, Bretón, estuvo muy influido por el psicólogo Sigmund Freud, padre del Psicoanálisis, quien a su vez educó y popularizó uno de los conceptos de los que los surrealistas más hablarán: el subconsciente. El subconsciente es fundamental para los surrealistas, quienes veían a los sueños como manifestaciones de los verdaderos deseos que se escondían en el subconsciente. Los surrealistas veían a los sueños aperturas, o vehículos para viajar a zonas desconocidas y misteriosas del cerebro y los sentimientos humanos. Estas ideas surrealistas en referencia a los sueños no discrepan de los conceptos de Freud, quien veía en los sueños un reflejo de los temores y deseos oprimidos almacenados en la zona oscura del cerebro: el subconsciente. Esos miedos reprimidos del protagonista de “Carta a una señorita en París” pudieran explicar la psicosis del hombre con la limpieza y su incontenible reacción a ella. Cortázar dijo que “los cuentos fantásticos, son productos neuróticos, pesadillas o alucinaciones neutralizadas mediante la objetivación y el traslado a un medio exterior al terreno neurótico” (Cortázar, 37). La mención de la neurosis, un término y enfermedad psicológica y la mención a las pesadillas que hace Cortázar son vínculos con el surrealismo, ese movimiento influido, como ya se ha mencionado, por los estudios psicológicos de Freud, el concepto del subconsciente y la importancia de los sueños.
En “Cartas de mamá” la protagonista no sólo se pone en contacto con el pasado a través de las cartas, sino a través de sus sueños. Son las pesadillas de Laura las que más afectan a la pareja, en éstas se aparece Nico, el hermano muerto y les roba la tranquilidad, provocando un efecto en los personajes peor que el de las cartas. Según Garfield: “el sueño en la obra de Cortázar cumple con las funciones del sueño surrealista. A veces pronostica o mistifica, como por ejemplo en los sueños de André Bretón… en la obra de Cortázar el sueño se concretiza y se hace realidad usurpando la realidad cotidiana” (29), un ejemplo de ello es “La noche boca arriba”. Por estas tantas similitudes entre lo surreal y lo fantástico, el surrealismo y la fantasía, definimos la cuentística cortazariana utilizando estos téminos de forma intercalada. Fantásticas son: “las misteriosas transformaciones, desdoblamientos e intercambios de personalidad” que abundan en los cuentos cortazarianos, el cual las autoras Rodríguez y Filer citan como el tercer recurso fantástico recurrente en la obra de Cortázar (457).
El cuento “Axolotol” es el ejemplo perfecto de una transformación misteriosa, un hombre desarrolla una obsesión enfermiza por un tipo de peces llamados axolotol, hasta que acaba transformándose en uno de ellos, pensando y viendo el mundo desde la pecera convertido en hombre-pez. El protagonista de “Axolotol” es uno de esos “seres enajenados, invadidos, forzados a cumplir incomprensibles designios dictados por sus otros” (Homenaje a Cortazar, 264) y en mi opinión es otro personaje surrealista como el protagnista de “Carta a una señorita en Paris”. A ambos personajes los considero surrealistas porque a los dos sus temores, o anhelos se les cumplen realidad. Precisamente el surrealismo considera vitales, e importantes esos anhelos y deseos ocultos. Cortázar hace que estos se les hagan realidad a los personajes, provocando así la irrumpción de lo fantástico. El hombre de “Axolotol” se cree “prisionero en el cuerpo del pez, transmigrado a él con su pensamiento de hombre, enterrado vivo en él y condenado a moverse lúcidamente entre criaturas insensibles” (265). Lo magistral de la escritura de esta historia está en el cambio de la voz narrativa, o lo que Filer llama en Homenaje a Cortázar “un traspase completo de punto de vista” que ocurre cuando el cuento no se narra desde fuera del estante mirando hacia dentro, sino viceversa, desde dentro de la pecera como hombre-axolotl mirando hacia afuera a un hombre que observa peces y con el que el pez ya no se puede comunicar.
Filer en su artículo “Las transformaciones del yo” incluido en la recopilación Homenaje a Cortázar cita al escritor declarando sobre el sueño: “Algunos cuentos tienen muy claramente la pesadez del sueño: son los que dan la mejor parte al intercambio, como si el espacio se volviera brumoso y habiendo coincidido un segundo con su doble, el hombre quedara para siempre prisionero de su reflejo” (263). Ese es el caso del protagonista de “La isla al mediodía” y “La noche boca arriba”. En ambos cuentos noté claramente los recursos fantásticos cuarto y quinto que Rodríguez y Filer tildan de recurrentes en la cuentística fantástica cortazariana: “la sustitución del tiempo cronológico por una coincidencia del pasado, el presente y el futuro” y “la superposición de planos temporales y espaciales que le permite al personaje vivir, simultáneamente, en épocas y lugares distintos” (475).
El cuento “La isla al mediodía” no tiene de protagonista a un hombre obsesionado con los peces axolotls, Martini está obsesionado con una isla en forma de tortuga que ve por la ventana del avión en que trabaja. De repente cambia el tiempo del cuento y el lector se cree que Marini está en su adorada isla, conociendo a sus habitantes y quedándose a vivir con ellos. El lector no tiene claro hasta el final, o incluso hasta que relee el cuento, que Martini ha estado imaginando su llegada a la isla y que el avión de su línea aérea que ve caer en la isla es donde verdaderamente él se encuentra. Esa “superposición de planos temporales y espaciales que le permiten al personaje vivir, simultánemante, en épocas y lugares distintos” que mencionaban Rodríguez y Filer se ejemplifica perfectamente en el momento en que Marini cuenta que está en la isla y ve a un hombre que trata de salir del avión, nada hasta éste para salvarlo y lo lleva a la orilla. En este punto de la historia y como es típico de los cuentos cortazarianos, el narrador omnisciente le da un giro a la historia y nos dice que: “Más tarde llegan los lugareños y se sorprenden por ver como un hombre con heridas tan grandes pudo llegar a la orilla solo” (24). Cortázar nos deja con la duda acerca de cual es la verdadera realidad: si la de Marini, que se cree feliz en la isla, quedándose a vivir con los nativos, o la de los isleños, que se sorprenden al ver llegar a la orilla a un hombre herido. El lector puede decidir cuál final prefiere, convirtiéndose una vez mas en un lector activo y cómplice, como previamente mencionamos era el caso del lector de “Carta a una señorita en París”.
En “La noche boca arriba” se ven los temas que se vieran en “La isla al mediodía”. Vemos la realidad dual típica del surrealismo, cuando al lector nunca le queda claro si la realidad es que un motorista del siglo XXI que viajaba por las calles de una gran ciudad sueña que es un moteca, o si un moteca cautivado por los aztecas para ser sacrificado sueña que es motorista. El sueño surrealista se hace presente, a través de la dicotomía vigilia-sueño, estado idóneo para los surrealistas. El hombre herido tras el accidente duerme en el hospital y al lector no le queda claro si él como moteca es un producto de la anestesia y las medicinas que toma mientras se recupera en el hospital, porque al final el moteca dice estar soñando con una ciudad inmensa y se imagina montando un vehículo que no sabe cómo llamar y le dice pájaro metálico. Las múltiples realidades y el papel del sueño hacen de “La noche boca arriba” un relato surrealista, pero la superposición de planos temporales y espaciales, que ya habíamos visto en “La isla al mediodía”, lo hace un cuento moderno. Comparando este cuento con los primeros que escribiese Cortazar, como “Casa tomada”, vemos una evolución. Este es un cuento fantástico como La metamorfosis de Kafka, pero es un fantástico que tiene elementos surrealistas. Del mismo modo que Homero y Balzar escribían realismo, pero en distintos épocas y formas, Cortázar escribió cuentos fantásticos como Edgar Allan Poe y otros, pero los mezcló con otros elementos, entre ellos surrealistas, y por eso sus cuentística se llama neofantástica.
El crítico Alazraki menciona que los primeros cuentos que se categorizaron como literatura fantástica tienen un rasgo distintivo “generar miedo u horror” en el lector, provocarle temor, o escalofrío (En busca del unicornio,18). Sin embargo, Alazraki asegura que “si para la literatura fantástica el horror y el miedo constituían la ruta de acceso a lo otro… el relato neofantástico prescinde del miedo, porque lo otro emerge de una nueva postulación de la realidad, de una nueva percepción del mundo, que modifica la organización del relato su funcionamiento y cuyos propósitos difieren considerablemente de los perseguidos por lo fantástico” (28). No buscar sacudir al lector con sus miedos es la mayor diferencia que hallé entre lo fantástico y lo que Alazraki llama fantástico nuevo y otros críticos refieron como neofantástico. Todos concuerdan en que lo neofantástica, al igual que los cuentos de Cortázar, tienen otras preocupaciones, no sólo se esmeran por asustar como “La casa de Usher” de Poe, o “El almohadón de plumas” de Horacio Quiroga.
- 8 - - 8 -Julio Cortázar se ha llamado “promotor y guía de las nuevas tendencias”, o la también llamada nueva narrativa con su novela Rayuela (1963) y yo diría que lo mismo podemos decir de su obra cuentística. Cortázar rompió con las normas de las novelas realistas del siglo XIX, que se caracterizaban por tener un narrador omnisciente y desarrollar de forma coherente la trama y psicología del personaje principal. El escritor argentino a su manera también fue innovador en el género del cuento; aunque se hable más de sus técnicas narrativas en las novelas que de sus aportes al género del cuento. Todorov estaba convencido de que el género de lo fantástico había quedado agotado, e incluso pronosticó su desaparición, Jorge Luis Borges, Cortázar, entre otros escritores de cuentos fantásticos, provaron que Todorov se había equivocado y el cuento fantástico le sobreviviría. Aunque sus cuentos posteriores como “La noche boca arriba” y “La isla al mediodía” tienen más elementos de lo fantástico tradicional, siguen siendo fantásticos, lo que al mezclarse con otros sub-géneros, tener elementos surrealistas, son híbridos y nuevos fantásticos, o neofantástico. El genero fantástico ha evolucionado, como a fin de cuentas hacen todos. Según Irwin la literatura fantástica del siglo XX en Hispanoamérica incluye no sólo los generos o sub-géneros tradicionales, sino también los de índole híbrida (Cruz, 35). Por ello no erramos si declaramos que su cuentística es fantástica, surrealista y neofantástica, pero sobre todo cortazariana. El autor además, parecía estar movido por inquietudes existencialistas cuando dijo que al escribir mantenía una “preocupación por búsqueda ya sea de identidad, de autenticidad, o de una realidad más completa” (Cruz, 94).

América utópica y antiutópica en el cine y las crónicas

Les presento mi trabajo final para mi clase El Dorado y la prueba de el por qué no he tenido tiempo para escribir en mi blog. Esto es para tí, papi, el hombre que más quiero y el único lector que me pidió que volviese a empezar a escribir. Gracias a tí por tanto apoyo!


Arlena Amaro
SPW 6495
Profesor: Santiago Juan-Navarro

América, utópica y antiutópica en el cine y las crónicas

En 1492 Colon descubre América. Pocos años después Moro escribe Utopía (1516) y la obra es traducida rápidamente al castellano por el monje Francisco de Quevedo. No es una coincidencia el que el pensamiento utópico del que hablase Moro e pusiese de boga justo después del descubrimiento de un nuevo continente. Según Beatriz Pastor cuando se descubrió el continente que inicialmente llamaron terra incognita, o tierra desconocida, éste se convirtió en la suma de todos los mitos y leyendas que circulaban en Europa. Tampoco fue coincidencia que los textos de Plinio, Imago Mundi y como ya mencionamos, Utopía de Tomas More, se publicasen después de dicho descubrimiento, o como los estudiosos modernos prefieren llamarlo: el encuentro.
La aparición de un mundo distinto con nativos diferentes despertó un campo infinito de posibilidades, incluso la posibilidad de un lugar ideal como proponen los dos neologismos griegos, ou equivale a ningún y topia a lugar, o tambiún y topia a lugar, o también puede ser eu que significa buen y topia que quiere decir lugar, o localización. En mi opinión, Moro puso por escrito una idea que ya estaba en el subconciente colectivo: la creencia en la existencia de un paraíso terrenal, que muchos exploradores de América llamaron El Dorado y ubicaron en el nuevo continente. Este trabajo se propone analizar la creación de la utopía en las crónicas de Cristóbal Colón y Hernán Cortés y como esta visión inicial se vuelve anti utópica en las crónicas de los exploradores posteriores, Cabeza de Vaca y Lope de Aguirre.
Aunque en las cartas de Cristóbal Colón y Hernán Cortés no se usan los términos utopía o utópico, se ve claramente la creación a través de la escritura de un lugar ideal que ambos ubican en América. Colón en las islas del Caribe y Cortés en México, describen lugares con civilizaciones ideales, parecidas a la que Moro ubica en la isla Amarrote de su novela Utopía. Con el paso del tiempo y las llegadas y regresos a Europa de los conquistadores españoles va cambiando la visión inicial de estos. Cabeza de Vaca y Lope de Aguirre llegan al nuevo mundo después de Colón y Cortés y en sus respectivas crónicas y cartas vemos una ruptura con la visión utópica que refirieron los primeros.
En la carta de Colón a Luis de Santangel sus descripciones de las tierras “fertilísimas en demasiado grado”, sierras y montañas “hermosísimas”, animales “de mil maneras” y habitantes sin “armas salvo las cañas” son pruebas de la visión idealizada que el almirante inicialmente tuvo de América y sus habitantes. Además de referir el paisaje americano por primera vez, Colón fue el primero en hablar sobre sus habitantes: “andan todos desnudos”, “jamás dicen que no, antes convidan la persona con ello, y muestran tanto amor que darían los corazones” (25-26). A través de cartas como ésta se comienza a crear el mito de “el buen salvaje” en “la ciudad ideal” que perdura por años en España y en gran medida ha llegado hasta nuestros días. Esta América que Colón crea en sus cartas se parece al lugar Utopía que Moro creó en su novela, porque los nativos que ambos describen conviven en comunidad, lo comparten todo, en una estructura que bien pareciera anárquica y hasta cierto punto, primitiva. En esta misma carta Colón hace evidente el sentido comunitario con que vivían: “Ni he podido entender si tienen bienes propios, que me pareció ver que aquello que uno tenía todos hacían parte, en especial de las cosas comederas” (26).
En múltiples ocasiones Colón describe al Nuevo Mundo comparándolo con lo que él conoce, Europa. En sus descripciones, las nuevas tierras son superiores a las del viejo continente: “esta isla es mayor que Inglaterra y Escocia juntas”. Además, de compararlas a distintas regiones de España. Por su parte Cortés, en su primera carta de relación con fecha del 10 de julio de 1519, le habla a los reyes y príncipes sobre la caza, los animales, y la abundancia de maíz en las tierras de Yucatán. Al final de ésta le escribe una lista con las descripciones de las joyas y piedras que junto a la carta les envía. No vemos a un Cortés maravillado en extremo hasta su segunda carta, fechada 30 de octubre de 1520, cuando describe la ciudad azteca Tenochtitlán “fundada en una laguna salada” (62), con cuatro entradas a las que se entra navegando por dos leguas. Compara la ciudad azteca con Granada, Sevilla y Córdoba y dice “que lo mejor de Africa no se le iguala” (41). En referencia a la forma de gobierno dice que “es casi como las señorías de Venecia y Génova o Pisa” (41). Cortés aquí describe como Colón basándose en lo que conoce, valiéndose de ello para comparar lo nuevo con lo conocido. Mas éste, al igual que Colón, se maravilla en extremo con lo que ve y no tiene palabras para describir la grandeza que presencia: “mas como pudiere diré algunas cosas de las que vi, que aunque mal dichas, bien se que serán de tanta admiración que no se podrán creer, porque los que acá con nuestros propios ojos las vemos, no las podemos en el entendimiento comprender” (62).
Cortés también hace una valorización del indio, no describiéndolo como el hombre primitivo, o esa tabula rasa a la que Colón aludió. El conquistador de México fue más conciente del hecho de que los nativos tenían un pasado con historia y civilización propias: “En su servicio y trato de la gente de ella hay la manera casi de vivir que en España; y con tanto concierto y orden como álla, y que considerando esta gente ser bárbara y tan apartada del conocimiento de Dios y de la comunicación de otras naciones de razón, es cosa admirable ver la que tienen en todas las cosas” (Cortés, 66). En mi opinión, en las crónicas de Cortés, Cabeza de Vaca y Aguirre no vemos la negación al pasado pre-hispánico que Aínsa nota en los conquistadores y la cual definitivamente si se nota en Colón.
En Colón parecemos estar viendo una proyección de lo que el almirante quiere ver y conoce a través de sus libros. Si Colón creía en verdad que América era ese lugar grandioso y utópico que describió en sus cartas se llevó la respuesta a la tumba, porque sus descripciones exageradas bien podían estar influidas por sus motivaciones. El almirante escribía para cumplir con la obligación de los navegantes y comerciantes de informar a los reyes sobre sus viajes y hallazgos. Siguiendo las reglas, los marineros recibían méritos y favores reales para sus expediciones. A Colón definitivamente le convenía más haber descubierto un lugar maravilloso, como el que describió, que un campo común y corriente, sin riquezas minerales, ni tierras fértiles. También pudiera darse la posibilidad de que Colón fuese tan soñador que creyese encontraría tarde, o temprano unas tierras “fertilísimas” llenas de “minas de oro” como las que dijo haber hallado, sin ser esto cierto.

En la citada primera carta a los reyes y Santangel, Colón tenía que tranquilizar a los inversionistas de la época, la corona, convencerlos de que la inversión en su proyecto había valido la pena, e incentivarlos a que lo apoyasen en sus viajes futuros. Es cierto que lo desconocido arranca admiración desmedida, pero la exageración de riquezas tangibles, que en realidad no vio en su primer viaje, bien pudo haber tenido un propósito calculado. Tal vez Colón quiso escribir una especie de folleto turístico, o propagandístico para impulsar sus propósitos y avanzar su empresa. En ocasiones, sus descripciones de los lugares parecen sacadas de un folleto turístico moderno. Por su parte, el propósito de Cortés era justificar su desobediencia a Diego Velásquez, a quien llama en su segunda carta: “movido más a codicia que a otro celo” (8).
Colón constantemente está viendo la que Aínsa llama “la mítica ciudad de Cipango” y Catay como sus dos objetivos, mientras se enfrenta a otra realidad. El oro es un medio para la conquista de Jerusalén, uno de sus propósitos, como lo demuestra al final de su carta: “dar gracias solemnes a la Sancta Trinidad con muchas oraciones solemnes, por el tanto enxalcamiento que haurán en tornándose tantos pueblos a nuestra sancta fe, y después por los bienes temporales que no solamente a la España, más todos los cristianos ternan aquí refrigerio y ganancia” (10). Colón quería hacer algo por el bien de todos los cristianos, no sólo los españoles, lo cual es prueba de su religiosidad arcaica, algo que tenía en común con Tomás Moro. La religiosidad de ambos hace verosímil sus creencias en una utopía, porque el catolicismo cree en la existencia de un paraíso. La novedad que ambos proponen es situar un paraíso en la tierra y valerse de la pluma y la palabra para hacerlo. Aunque las intenciones de Colón pueden no haber sido tan nobles, como ya hemos mencionado al hablar de sus motivaciones. Todorov señala que Colón tuvo un deslizamiento pasando del asimilacionismo a la ideología esclavista hasta que desaparece del todo el Colón mesiánico que buscaba al gran can, quería oro para conquistar a Jerusalén y cumplir su misión evangelista. Esta transición se nota en el segundo viaje, cuando Colón pide que lo dejen llevar criminales para crear el nuevo mundo y llega a abogar por la importación de esclavos. ¿Cuán utópico puede ser un mundo que se puebla y se construye con semejantes manos obreras? Creo que como Todorov implica y Ridley Scott muestra en su filme 1492, para el final de sus días Colón se convenció de que construir ciudades, organizar un sistema de gobierno y poder, o simplemente subsistir en el Nuevo Mundo, estaba muy lejos de ser un trabajo fácil en un continente utópico.
En mi opinión, 1492 de Ridley Scott fue la película que mejor representó visualmente la visión idealizada que Cristóbal Colón tuvo de América y su subsiguiente desengaño en que éste no era el paraíso que anhelaba, o el lugar donde se podría hacer una utopía. En el filme está la vegetación extravagante, frutas, el panorama colorido de atmósfera espectacular y los nativos nobles que describió Colón en las crónicas. Mas, con el paso de los viajes y años, Scott muestra a un Colón agotado, enfrentándose a un mundo caótico, sin armonía ni orden. La reina Isabel incluso le dice a Colón que el Nuevo Mundo es un desastre. No hallé pruebas de que Colón creía que el Nuevo Mundo era un infierno en sus cartas, pero dado a su fracaso en la fundación de nuevas ciudades, no es descabellado especular que su visión inicial de América evolucionó y no necesariamente para mejor.
En las crónicas de Cortés vemos en ocasiones una visión idealizada de América que se asemeja a la de Colón, pero éste no presenta necesariamente un paraíso primitivo, libre de conflictos, guerras y problemas. Al contrario, Cortés habla de las tribus que le temen, e incluso odian a Monctezuma. En su segunda carta comienza hablando de los hombres que se han sumado a sus tropas y los llama “leales vasallos” del rey. Aclara que estos mismos hombres habían sido súbditos de Monctezuma y también presta relación de la rebelión de Cacamazín en contra del rey azteca.
La visión de América de Cabeza de Vaca en Naufragios es anti-utópica. El Nuevo Mundo que Vaca conoce es cruel, avasallador y difícil por la inversión de papeles. Desde el huracán que provocó el naufragio de la nave de Pánfilo de Narváez en 1927, hasta 1535 que se reencuentra con españoles, Vaca vivió con distintos grupos de aborígenes de las costas de Texas. Su experiencia no fue ni remotamente ideal, o utópica. Los indígenas quevenes lo golpeaban y hasta lo amenazaban a muerte a él y sus compañeros. Era tanto el temor que Vaca y sus amigos sentían que uno de ellos se regresó a vivir con los indios de los que primeramente habían huido, los karankawas. El mundo indígena que Vaca describe está muy lejos de parecerse a los pueblos que viven en armonía comunitaria, comparten sus alimentos y dividen todos sus bienes entre el resto del grupo, que Colón y Moro describieron en sus respectivos escritos. Los quevenes de Vaca les roban a los demás indígenas. Ellos gobiernan, manipulan y utilizan a los españoles para despertar miedo entre los otros grupos indígenas que nunca antes habían visto a los extranjeros y de este modo robarle sus bienes. Enviando un mensajero antes de su llegada, van preparando el terreno para que al arribar los habitantes de la tribu estén listos para rendirle homenaje a estos hombres sobrenaturales que ellos les aseguran les curarán todo tipo de males. Su convivencia con los indígenas mariames no es mucho más idónea. A estos le teme tanto como a los quevenes porque mataron a un español llamado Esquivel a causa de un mal sueño.
A través de su relato Vaca debió derrumbarle al rey la noción que muchos europeos tenían del buen salvaje y esa tabula rasa que inicialmente creyeron hallar en América. Vaca incluso concluyó que no los pudo evangelizar porque cada grupo hablaba una lengua diferente y en los casos en los aprendió su lengua nativa, ello no fue suficiente para convencerlos. La crónica de Vaca describe una América que es la antítesis de la utopía y unos indígenas que están lejos de parecerse al buen salvaje que describió Colón. El adjetivo “feroz” es el que Vaca usa para describir a los indios que conoce. Cuando comienza a llegar a la zona dominada por los españoles la visión del continente y la gente no es mucho más esperanzadora. Vaca dice ver “los lugares despoblados y quemados y la gente tan flaca y enferma, huida y escondida toda” (32). La naturaleza no es extravagante y hermosa y sus habitantes no son felices. Mas tarde explica que ello se debe a la matanza de indios que en esa zona el capitán español Nuño de Guzmán había hecho. Las imágenes que Cabeza de Vaca ofrece de los territorios indígenas dominados por los españoles son las más anti utópicas de toda su obra. Mas que un lugar idílico o simplemente bonito, América parece un campo de guerra y desolación. Vaca supo aprovechar ésta y sus otras malas experiencias en el mundo americano para aprender sobre su flora y fauna, la religión, e idiosincrasia indígena. Por los vastos conocimientos que adquirió en sus desventuras impresionó al rey Carlos V y consiguió la gobernatura de la Plata. Vaca fue lo suficientemente astuto como para transformar a beneficio los fracasos en el mundo que se le había antojado utópico y había sido para él antiutópico.
Lope de Aguirre llegó al Perú alrededor de 1936. Venía con la intención de encontrar su utopía: El Dorado. Su mayor deseo, al igual que el de la mayoría de los conquistadores, era hacerse rico. La realidad que halló fue otra. Las principales ciudades ya habían sido fundadas y otras estaban en el proceso de terminar su fundación. Para el año 1559 las ciudades de Jauja, Cuzco, Quito, entre otras, se habían fundado. Los conquistadores o sus descendientes acaparaban las encomiendas, cargos de cabildos, tierras, u otros bienes, representando menos del 10 porciento de los habitantes. Esto dejaba a una mayoría de españoles, entre ellos Aguirre, sin bienes, ni esperanzas de prosperidad.
“Soldados, componentes de diversas huestes, que no habían sido remunerados ni atendidos en sus peticiones; tras diez, quince, o veinte años de estancia en Indias, habiendo participado en diversas campañas y expediciones donde gastaron sus pobres recursos y su juventud, debían deambular por las villas” (Contexto histórico de la expedición de Lope de Aguirre, 3). A Aguirre se le considera un marañón y la misma fuente pasa a definir los marañones como un “grupo de aventureros y desheredados de la conquista que deambularon tras las guerras por todo el Perú…buscando una oportunidad de mejorar de vida y que para su desgracia no encontraron en sus intentos sino el anonimato, la miseria, o la muerte” (2). Por pertenecer a este grupo y haber dejado constancia de sus experiencias, Aguirre representa los muchos hombres que vinieron a América para prosperar y llegaron tarde a la repartición de bienes. Representa a los exploradores que buscaban una utopía y hallaron su antónimo. De ello no hay mayor evidencia que los escritos de Aguirre.
Los únicos documentos que han sobrevivido de Lope de Aguirre son sus cartas a Fray Montesinos, al rey Felipe II y al gobernador Callado de Venezuela. En todas vemos que encontró un mundo despreciable que criticó sin mesura, ni censura, diciéndoselo incluso al mismísimo Rey Felipe Segundo. Aguirre critica el sistema de poder del Nuevo Mundo. Para él, que se ha quedado fuera de la distribución de las riquezas, éste es el antónimo de El Dorado que vino buscando. En su carta al Rey Felipe Segundo aprovecha para criticar las autoridades coloniales, asegurándole que no le cuentan toda la verdad de lo que por esas tierras pasa y lo que ellos hacen. Con respecto a la iglesia declara: “los frailes a ningún indio pobre le quieren predicar y están aposentados en los mejores repartimientos del Perú” (Carta de Lope, 140). Quintana dice que con estas críticas y su tono irreverente, Aguirre se distancia del discurso cortesiano y a diferencia del gobernador de México, quien rompió con Diego de Velásquez pero mantuvo su fidelidad a la corona, se desentiende de toda autoridad, tanto colonial como real. Quintana asegura que Aguirre va demasiado lejos, sabe que no tiene perdón y sólo escribe para “auto-justificarse” (165). Este acto en sí muestra que el Nuevo Mundo estaba en conflicto. Lejos de ser una utopía se había convertido en un desencanto para todos esos hombres que Aguirre menciona en sus cartas y dice han “trabajado y sudado su sangre” sin ser “gratificados” (138). América no es para Aguirre y los marañones la tierra prometida. Al contrario, Aguirre se refiere constantemente a “las maldades destas tierras” (140) y lo imposible que se le ha hecho triunfar aquí.
Según Quintana en Aguirre “no hay registro del mundo indígena” porque desde el comienzo éste estaba demasiado sumergido “en su idea de rebelarse, no puede ver a los otros” (168). En su carta al rey apenas menciona el río de las Amazonas y su única y escueta descripción de este consiste en decir que era: “grande y temeroso” (Carta de Lope de Aguirre al Rey, 141). Las películas El Dorado de Saura y Aguirre de Herzog tampoco muestran a Aguirre en contacto con la naturaleza, o interesado en conocer y aprender del mundo indígena, como le ocurriese a Vaca. Al mostrarlo aislado y desentendido de todo y todos, los filmes plasman la verdad de lo que se sabe de Aguirre. Ambos filmes lo muestran como el eterno “peregrino” que andaba explorando, sin detenerse a ver la naturaleza, o los nativos, concentrado en su afán por encontrar El Dorado.
“Los conquistadores, por ejemplo, buscaban ciudades fabulosas (Aguirre, “El Dorado). La mayoría de las veces sus deseos no eran satisfechos y, entonces, inventaban nuevos “botines” (los esclavos en Colón, el maíz en Cabeza de Vaca, etc.). Debido a la imposibilidad de descubrir los fabulosos sitios plagados de oro, Aguirre, entonces, diseña su proyecto de volver al Perú en donde sí existían riquezas” (Quintana, 167). Sin embargo Aguirre, tal y como lo muestra la película de Herzog, murió sin riquezas y totalmente solo. Rechazado por muchos y temido por otros, el primer colonizador rebelde del que se conoce no encontró un sitio con los españoles, ni los nativos. Al romper con el rey, los súbditos del monarca en América no quisieron ningún tipo de asociación con él y como Herzog lo captó magistralmente, Aguirre se quedó solo. Finalmente, Aguirre es sentenciado a muerte tras su fracaso en la isla Margarita y sus seguidores intentan negar sus vínculos, o afinidades con el considerado “traidor” de España. Si de algo sirvió la rebeldía de Aguirre fue para dejar constancia sobre la realidad, muy lejos de la utópica, de los más desafortunados conquistadores.
La utopía de Colón era Catay y Cipango, unas tierras de especies y esclavos, la de Cortés y Cabeza de Vaca era un lugar donde abundasen oro, plata y piedras preciosas. Como éste último no encuentra riquezas, inventa lo que Quintana llama el nuevo botín, el maíz. Lope de Aguirre buscaba El Dorado. Estas y otras utopías eran el objetivo de muchos otros cronistas aquí no mencionados, posteriores y sucesores a estos. Todos chocaron con una realidad distinta a la imaginada y diferente también, a su utopía. Por ello, a la hora de contar sus experiencias en América, cada conquistador tenía en mente un objetivo distinto, querían revelar ciertas cosas y ocultar otras. A Colón le convenía enfatizar la grandeza de su descubrimiento para conseguir las financiaciones de sus viajes futuros. Hernán Cortés necesitaba justificar su decisión de romper relaciones con la representación del rey en América, Diego de Velásquez. Además, tenía que explicar los motivos por los que había quemado sus navíos y dar su versión de los hechos para mostrarse bajo una luz más favorecedora ante los ojos del rey. Por su parte, Cabeza de Vaca quería otra expedición y bienes para pasar el resto de su vejez tranquilo. A través de su convincente crónica, Naufragios, consiguió impresionar al monarca y ser compensado. Lope de Aguirre, distanciándose del resto de los conquistadores, no escribe sus cartas con propósitos coherentes. Es difícil pensar que romper con la máxima autoridad del reino, sus representantes en América y criticar hasta el clero, pudiera beneficiarle a su persona de alguna manera. Quintana dice que su escritura “solo le sirve para justificar su acto ante sus propios ojos y, sobre todo, los de la posteridad” y por supuesto, para “auto-justificarse” (165). Sus cartas reflejan un continente en conflicto, ya no sólo por los indígenas que Cortés y Cabeza de Vaca describiesen teniendo problemas entre sí, sino por luchas de poder entre los mismos españoles. La América utópica deviene en antiutópica en las crónicas posteriores a las de Cristóbal Colón.